16 Nov TasteLab in Innovation Training and Networking Event. Budapest
Los productos alimenticios se comercializan por una variedad de razones. Se pueden desarrollar nuevos productos en respuesta a necesidades de los consumidores no satisfechas, presiones competitivas o para crear nuevas categoría. Los productos existentes pueden reformularse, renovarse o reempaquetarse para deleitar mejor a los consumidores, eliminar costos o reemplazar ingredientes no disponibles o procesos obsoletos. Independientemente de las razones subyacentes, el desarrollo exitoso de productos alimenticios requiere una gran comprensión de los beneficios que los consumidores esperan del producto.
Los desarrolladores de productos tienen una variedad de herramientas disponibles para ayudarlas a crear o revisar productos que gusten a los consumidores. Entre esas herramientas, está la investigación cuantitativa del consumidor, con muchas aplicaciones y técnicas diferentes para su ejecución. La investigación de cuantitativa implica obtener respuestas del consumidor a través de métodos de recopilación de datos relacionados con los productos objeto de estudio, empleados en análisis sensorial.
A menudo, el mero hecho de obtener la aceptabilidad no permite un mayor desarrollo o refinamiento del producto. Esto se debe a que las puntuaciones de aceptabilidad o calificación de preferencia solo transmiten un estado hedónico o de elección de un producto. Si bien estos puntajes se pueden comparar entre productos o tiempo, y se complementan con preferencias o atributos específicos, las evaluaciones de preferencias y aceptación, por sí mismas, no ayudan al desarrollador a comprender cómo los atributos de los productos deben modificarse para mejorar la aceptabilidad.
En ese caso, deben aplicarse otras nuevas técnicas disponibles para determinar los atributos que necesitan ajustes y apoyar al departamento de I+D en la toma de decisiones.
Este es el motivo que ha llevado a nuestro CFO, Jose Gigerín, al evento Innovation Training and Networking Event coordinado por el Clúster Alimentario de Galicia (CLUSAGA) en Budapest, al que asisten spin-offs, empresas, instituciones y centros tecnológicos europeos.
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